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martes, 28 de febrero de 2012

Visita medica


Hoy mi psicólogo me ha dicho que necesito poner estabilidad en mi vida. Para él, esto significa labrarse una rutina. Madrugar, ducharse, desayunar, tomar el metro,... las cosas que la mayoría de gente, aseguró, hace. A mi me sorprendió bastante. Entre otras cosas, porque no parecía importarle la causa que motivara esas acciones mientras estuviera dentro de unos limites.
  -¿Que limites?-pregunte yo
  -Era una manera de hablar, pero... básicamente los que la sociedad, y a menudo la dignidad, imponen.-Como vio que no lo entendía, ya que mantenía expectante mi rostro , tras carraspear, aclaró-  Lo que quiero decir es que no te adentres en los pantanosos círculos marginales.-Se produjo un nuevo silencio. Cuando comprendió que seguía sin entender, continuo- Buscas estabilidad, ¿no? Si abrieras la ventana del estudio, el viento haría volar las hojas sueltas de mi escritorio, pero no los paquetes de 500 hojas.
  -¿Como en la fabula del granjero y sus hijos, en la que se muestra lo difícil que es romper un haz de palos a pesar de lo sencillo que resulta hacerlo por separado?
  -Exacto. La multitud es sinónimo de consistencia, así que fundete en ella.  
  -Pero... yo no soy sociólogo. Desconozco los hábitos de la bestia gregaria.
  -Oh, tranquilo; no es necesario. Simplemente debes procurarte una actividad que te obligue a entrar en contacto con otros individuos de la camada. Luego, déjate llevar.-Ante mi indecisión, decidió aconsejarme- Si es necesario, si te sientes cohibido en ese nuevo entorno, al principio, puedes imitar sus protocolos. Empero, procura no resultar histrionico.
  -Entiendo... Sin embargo, no se me ocurre ninguna actividad como la que describe...
  -Podrías buscar un empleo o retomar tus estudios. Es de las primeras cosas en preguntarse en una cita minimamente formal, ¿no?

Es irónico que lo llame "mi" psicólogo. Dicho así, parece que el rol dominante me pertenezca, que sea yo quien tiene  la potestad sobre su voluntad, cuando es más bien al contrario: el controla la situación, la conversación y  la existencia que presumo sostener; por su puesto, y por ende, también mi cuenta bancaria.
  En verdad, no entiendo la gente que teme la falta de privacidad de la era digital, o la manipulación del vulgo por parte de los medios. Los rebaños siempre han sido fáciles de llevar. Es más, fuera del calor del tumulto, la oveja muere irremediablemente. Sin embargo, los psicólogos, los cirujanos del alma... si el Estado se apropiara de su Institución... el perfecto adoctrinamiento.
  Mi psicólogo...Es curioso. Me produce una cierta sensación de nostalgia, esta idea: lo mismo me sucedía con mis otros "mi": mi padre, mi profesor, mi medico, mi... A veces me pregunto si realmente soy el propietario de algo, algo más allá de las cadenas que me suponen estos "mi". ¿ Sentirá lo mismo mi padre, a propósito de su hijo; mi profesor, respecto de su alumno; mi medico, en tanto que yo su paciente? Si fuese un sentimiento reciproco...¡cuan terrible sentimiento seria!
  Mi...Cualquier paranoico deduciría que se trata, en una sociedad obstinada en el "yo tengo", de un uso retorico del lenguaje destinado a sedar cualquier impulso de rechazo social. Tanto es así, que, ciertamente, ni a los enemigos se les odia, sino que se les necesita. Al fin y al cabo, ¿como odiar algo propio?  El odio hacia uno mismo es autodestructivo y, en consecuencia, opuesto al, quizá, más básico instinto: el de supervivencia.
  La posesión -oh, sin duda, una falsa y solo aparente posesión- como una forma de posesión. ¿Que mejor manera, entonces, de poseer, que incitando a obtener esa primera y falsa posesión? Porque sí, "los sujetos están sujetados"