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lunes, 5 de marzo de 2012

Ojos

Estoy de acuerdo con Kafka: "¿cómo son los ojos bonitos? ¿Es la mirada? Nunca he considerado bonitos los ojos". En esencia, si los sacases de sus parpados -lo que, en verdad, no es difícil; solo se necesitaría una persona segura de sí mismo y una cucharilla de café-, los verías todos iguales. Los globos oculares, esféricos y blancos, aunque de diferentes tamaños, serian en esencia los mismos. Solo el iris los distinguirá en hermosos ornamentos, aunque... ¿hasta que punto se apreciaría dentro de la distancia prudencial que exige la cortesía? ¿Y que hay de esos desagradables, rojizos y sanguinolentos hilos que se contorsionan como epilépticos entorno a esa fractal estructura, sin necesidad de llegar al extremo de la conjuntivitis? La obsesión, la intensa obsesión, queda patente en como se oculta o muestra respecto del parpado; el ojo per se no tiene valor. La paz -o ausencia de la misma- que parece mostrar, no pertenece al ojo, sino a su propietario.




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